Ni los más grandes, incluido Jon Rahm, se libran de esos malditos golpes, a priori fáciles, convertidos en crueles corbatas castigados con bogey
Y es que cuando mejor andaba Jon Rahm por el East Lake (-3 en los primeros nueve hoyos), el vasco vio reducida su ventaja con esta corbata de casi 360 grados desde apenas un metro que le arrebataba un golpe para pasar de un posible segundo puesto a un tampoco despreciable sexto para quedarse, finalizada la primera ronda, a tres de la cabeza.
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— PGA TOUR (@PGATOUR) 21 de septiembre de 2017





