Si tenían la más mínima esperanza de que la estupidez no traspasara fronteras, lamentamos comunicarles que no es así. Y el golf no se podía librar de ello. No es por nada, pero es que a Muirfield le ha salido un serio competidor en el Kasumigaseki Country Club de Japón, el complejo donde se espera que dentro de tres años y medio se dispute la competición de golf en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. ¿La razón? En pleno 2017 y la instalación nipona que sigue teniendo establecido en su código que las mujeres ni puedan ser miembros del campo ni puedan acceder a jugar los domingos. Alucinante, ¿verdad?
Por si no tuviéramos suficiente con intentar arreglar el desaguisado que unos cuantos socios de Muirfield provocaron hace unos meses en suelo europeo con la tan cacareada votación en contra del ingreso de miembros femeninos, hace unas horas conocíamos a través del portal Kyodo News que el campo que será testigo de los Juegos en 2020 también tiene en vigor esta absurda normativa en pleno siglo XXI. Pero esto, probablemente, viva una solución más rápida de la que nos espera en las islas británicas. De hecho, la noticia ha empezado a salpicar todos los rincones de Internet hasta el punto de que una autoridad de la capital japonesa ha tenido que comparecer públicamente para dar su apoyo a que el cambio llegue lo antes posible.
“Me siento muy incómoda con que las mujeres no puedan ser miembros de algún sitio en una época como ésta”, comentó el pasado viernes Yuriko Koike, la gobernadora de Tokio. Y no le falta razón a la asiática. Mientras seguimos haciendo fuerza para que Muirfield cambie de postura –aunque sea por mero interés para evitar salir de la rotación del Open Championship-, no está mal ver como la clase política se vuelca en acabar con una situación de clara discriminación hacia uno de los dos géneros.
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