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El norteamericano completó un día increíble sin ningún error para salir vencedor en Houston. Foto: @PGATour
Grandísimo primer triunfo en el PGA Tour para el mexicano Carlos Ortiz (65 golpes, -13), que ha resuelto con brillantez un Houston Open marcado por la vuelta de los aficionados a los campos. Una victoria que ha venido precedida por su gran acierto en los instantes decisivos, lo que junto al mal día que llevaron a cabo Sam Burns (72 golpes, -7) y Jason Day (71 golpes, -7), sus compañeros de partido, desembocó en que el deportista hispanohablante abriera brecha poco a poco con sus birdies.
Lo comenzó a hacer en los primeros nueve hoyos, aunque tuvimos que esperar más de una hora de partido para ello. Fue en la cuarta bandera, un par 4 que solventó con un purito espectacular desde más allá de once metros que le hizo creer que el triunfo era posible. Más aún cuando encaró el cruce después de los dos birdies en el 8 y el 9 que lo condujeron a lo más alto del podio. Por entonces Ortiz ya había presentado su candidatura a estrenar su vitrina de trofeos en el mejor circuito del mundo, pero se encontró un rival inesperado en Hideki Matsuyama (63 golpes, -11).
El nipón, que no partía en las quinielas iniciales al comenzar el día desde la parte baja del Top 10, había presentado una cartulina extraordinaria con siete birdies sin errores para alcanzar el once bajo par y convertirse por entonces en el único jugador en dobles dígitos en negativo -poco después lo hizo Dustin Johnson (65 golpes, -11)-. Esto obligó a un sobresfuerzo a Ortiz, que se encontraba empatado en lo más alto con la obligación de apretar el acelerador si quería deshacer la igualada.
Pero todos los intentos del mexicano caían en saco roto por la imposibilidad de dejarse oportunidades cercanas de birdie. Hasta que llegó el par 5 del 16. Aquí, un golpe jugado a la perfección desde la calle le dio la posibilidad de patear desde un par de metros para hacer el eagle y, aunque no lo logró, sí que consiguió anotarse un birdie crucial. Un acierto que redondeó en el 18 con otro putt colosal desde más allá de los siete metros que le permite, a sus 29 años, transformarse en campeón en el PGA Tour.
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