Después de tres rondas rayando a un nivel fabuloso, Justin Thomas eligió el peor momento para que su putter dejara de ser el arma efectiva que lo había catapultado a la primera posición en los primeros 54 hoyos del Genesis Open. No solo por la consecución del doblebogey–bogey del 13 y el 14 que lo acabó relegando al segundo puesto, sino también por las numerosas oportunidades que la perla estadounidense marró para dejar sentenciado un torneo que, en condiciones normales, nunca se le tenía que haber escapado.
Pero el golf, como hemos dicho en numerosas ocasiones, no es una ciencia exacta. Todo lo bien que realizó el jugador de Louisville en los tres primeros días de competición se le vino abajo en un abrir y cerrar de ojos mientras asistía impasible al resurgir de un JB Holmes que armado con grandes dosis de paciencia -llámenle esto o una tranquilidad excesiva- le acabó adelantando por la derecha para reclamar su trono en el Riviera CC.
“Lo cierto es que tuve muchísimos problemas para patear con ese viento”, señaló Thomas solo unos minutos después de firmar una cartulina con 75 golpes que le apearon de la victoria. “Era algo en lo que necesitaba mejorar y, desafortunadamente, seguí sin poder darle solución” afirmó el jugador que empató con 17 bajo par el récord del torneo a 54 hoyos y que, sin embargo, le acabó sirviendo de poco. Sobre todo después del mencionado doblebogey del 13, en su opinión el punto de inflexión del campeonato.
“El tercer putt fallado en el 13 desde algo más de medio metro cambió todo. Tengo que dejar de hacer eso. Podía sentir cómo se acercaba el viento e intenté darle más fuerza a la bola. Esta fue la razón por la que lo fallé. No es mi velocidad normal de golpeo. Terminó costándome el torneo”, sentenció.