Pocos se han percatado hasta el momento, pero además de las victorias de Matthew Fitzpatrick y de Henrik Stenson en Dubái y del canadiense Mackenzie Hughes en el RSM Classic de Georgia, ha habido otro gran vencedor en el fin de semana. Quizá les suene el nombre, se trata de Jordan Spieth. El jugador texano participó hace unos días en el Australian Open, un evento cosancionado entre el PGA Tour of Australasia y el One Asia y, al igual que sucediera hace dos años –cuando tras el triunfo en Oceanía vivió una de las mayores rachas de triunfos de la historia del golf-, se ha deshecho de todos sus rivales para poner la Stonehaven por segunda vez en sus vitrinas.
Puede parecer una obviedad a estas alturas, pero aquellos dos golpes al agua en Augusta –cuando acariciaba la suavidad de su segunda Chaqueta Verde de forma consecutiva-, le trajo una época de vacas flacas. Solo el Dean & DeLuca Invitational, donde consiguió adelantar por tres golpes a su compatriota Harris English, fue el refugio en el que obtuvo cobijo el jugador de 23 años, una afirmación que puede entenderse perfectamente después de ver su actuación en los Majors de 2016. Y es que salvó el subcampeonato en Augusta, Spieth se fue hasta el T37 en el US Open, el T30 en The Open y el T13 en el PGA, en claro contraste con las dos victorias del curso anterior, más el T4 en St. Andrews y el subcampeonato en el PGA.
Todo ello le ha hecho bajar hasta la quinta posición del ranking mundial, por detrás de Day, McIlroy, Dustin Johnson y Henrik Stenson. “He jugado los grandes tiros en el momento que tenía que hacerlos”, afirmó el estadounidense en la rueda de prensa posterior al triunfo en The Royal Sydney Golf Club. “He golpeado justo donde quería en todo momento para luego convertir los putts. Lo vivido esta semana podría hacerme más fuerte de cara al futuro y espero que sea algo que pueda repetir también el año que viene”, sentenció el golfista.
A su triunfo en Australia le siguió en 2015 una etapa dorada con victorias en el Valspar, Masters de Augusta, US Open, John Deere y The Tour Championship. De repetirse la ecuación… Ya pueden temblar los rivales.