Vientos de cambio, tal y como cantaban los Scorpions, se dieron cita este viernes durante la segunda ronda del Masters de Augusta. Una vuelta en la que los jugadores sufrieron lo indecible sobre el Augusta National y en la que apenas ocho jugadores entregaron una cartulina por debajo del par del campo -uno de ellos, el sueco Ludvig Aberg, fue el único que llegó a bajar de los 70 impactos-.
Es por esto que los segundos 18 hoyos del primer Major de la temporada se transformaron en una suerte de via crucis en la que firmar las tablas con un hoyo se convertía en un premio que no podía rechazarse. Prueba de ello es que el resultado del líder menguó con respecto a lo vivido 24 horas antes y que el corte se marchara hasta el +6 -y, con él, la inclusión del gran José María Olazábal en el fin de semana-.
Disparos desde el tee que visitaban irremediablemente la pinaza, hierros complicados de medir debido a las continuas rachas que hacían acto de aparición en el complejo, greenes en los que se necesitaba gafas de sol para resguardarse las tormentas de arena cuyo epicentro eran los bunkers…
En definitiva, un espectáculo solo apto para valientes que dejó la clasificación con un triple empate en cabeza y con dos nombres españoles saliendo en unas horas en este tercer día de evento: el mencionado Olazábal y Jon Rahm, al que solo un vueltón de dimensiones majestuosas lo puede llevar a la pelea por retener un año más el Masters.
The second round was a battle of wills and a test of temperaments. Still, three leaders rose to the top. #themasters pic.twitter.com/yHyYcC9xWn
— The Masters (@TheMasters) April 13, 2024