El más mínimo fallo puede convertir una apacible tarde de Golf en el Augusta National en una auténtica pesadilla para los sentidos. El complejo de Georgia no permite vacilaciones y castiga con furia a quienes no muestran el debido respeto a sus calles y greenes. Es por esto que, a una semana vista de que arranque el Masters, queríamos hacer un repaso a las peores puntuaciones por hoyos en el icónico complejo norteamericano, una clasificación en la que podemos ver una mezcla entre amateurs incautos que les pilla de sorpresa todo y veteranos campeones -y si no que se lo digan a Olazábal-. ¿Listos? Empecemos.
El récord del hoyo 1 se lo lleva por aclamación popular Ernie Els, que se marcó un “9” hace dos años después de patear hasta seis veces desde una distancia de un metro. Aunque nada comparable con la actuación de David Duval en 2006 y Sam Byrd en 1948, quienes salieron del par 5 del hoyo 2 con dobles dígitos. Como Douglas Clarke, Henrik Stenson y Jerry Barber , que se fueron en 1980 y 2011 con un “8” del 3, del 4 y del 5, respectivamente -de este último se alcanzaron hasta otros tres resultados iguales-.
Y ahora agárrense porque vienen curvas. Y es que el par 3 del hoyo 7 fue un dolor para José María Olazábal (1991), Arnold Palmer (1997) y Branden Grace (2016), de donde salieron con un 7. Mientras, DeWitt Weaver (1972) hacía un 8 en el 7, Frank Walsh (1935) un 12 en el 8 y Luke Donald (2014) se sumó al club de aquellos con un 8 en el 9 del que a día de hoy seguro que se acuerda.
Como Danny Lee o Sandy Lyle, que en 2009 y 2017 se llevaron un 9 del 10 y el 11. Peor les fueron las cosas a Tom Weiskopf (1980) y Tommy Nakajima (1978), autores de los peores resultados de un hoyo en Augusta con 13 golpes en la duodécima y decimotercera bandera. Nick Price, por su parte, dejó en 1993 un 8 en el conocido par 4 del 14.
Para el 15 volvemos a encontrar un español. Se trata de Ignacio Garrido (1998), que se unió a Ozaki (1987) y Creenshaw (1997) para un “once”. Precisamente Crenshaw ha hablado en muchas ocasiones de la relación existente entre el ambiente que se genera en este torneo y los errores.
“Este campo es un revelador de emociones. Puedes salir a por todas y creer que puedes arriesgarte. Los espacios abiertos, la acústica, la magnificiencia… Te sientes maravillado. Pero un error y comienzas a preguntarte por qué has hecho tal o cual cosa. Te marca psicológicamente”. Y si no que se lo digan a Barrow (1950), Couples (2013) y el triunvirato formado por Ozaki (1994), Palmer (2000) y Stenson (2012), que salió con 11, 7 y 8 golpes de los tres últimos hoyos. En total, una cartulina de 167 impactos que desesperaría al más pintado.