A comienzos de semana nos congratulábamos de presentar el Open de Irlanda, un torneo que se le ha dado especialmente bien a la Armada desde que en la década de los 80 un tal Seve Ballesteros consiguió alzarse con el título hasta en tres ocasiones. Tras él -y después de unos cuantos años huérfanos de victorias en el país británico- fue José María Olazábal el que en 1990 le ganó el duelo a Calcavecchia. Sergio García en 1999 y Jon Rahm en 2017 y 2019 completaron el podio en un evento donde los nuestros han tomado el papel que los galos tenían en los cómics de Astérix y Obélix.
Y es que, obviando el título de Sergio García antes de comenzar el nuevo siglo -un triunfo importantísimo al tratarse del primero de su carrera en el circuito europeo-, las otras seis veces que los nuestros han salido victorioso de la hierba irlandesa han venido por una pequeña región que pasea por la costa cantábrica española. Desde Pedreña, pasando por Barrika hasta llegar a la guipuzcoana Hondarribia.
Si en los cómics de Goscinny y Uderzo los protagonistas se defendían de las numerosas tropas romanas, en esta ocasión los españoles batallan anualmente en este evento contra un grupo numeroso de británicos. Pero al igual que en la obra de ficción, el resultado de estos últimos se salda con derrota.
Los españoles han hecho de Irlanda su Galia particular y, como en su momento lo lograra Seve o el mismo Olazábal, Jon Rahm tiene entre ceja y ceja el seguir resistiendo año tras año las embestidas de sus rivales para seguir conservando el trono de esa pequeña tierra que se encuentra a la otra parte del mar Céltico. Solo ellos han conseguido más triunfos que los irlandeses en su propio Open en el Golf moderno, un dato que da para reflexionar sobre la difícil meta conseguida.