Fue probablemente uno de los momentos más problemáticos a los que se enfrentó Billy Horschel en la final del WGC Match Play -quizá el único-. Ocurrió en el hoyo 5, cuando el marcador reflejaba uno arriba para Scottie Scheffler y el primero no sabía cómo hincarle el diente a su rival. Lo hizo gracias a un certero chip en la quinta bandera, cuando en las gradas se rumiaba que la ventaja se podía convertir en dos. Un golpe fantástico desde unos trece metros que supuso un punto de inflexión el resto del encuentro.