Como si de una película con final feliz se tratara Europa ha conseguido alzarse con la victoria en la Ryder Cup para devolverle la gloria al viejo continente tras dos años de dires y diretes después del discreto papel en Hazeltine. El equipo de Thomas Bjorn fue un bloque con mayúsculas, algo de lo que presumían los jugadores y de lo que nos percatábamos desde comienzos de la semana. Absolutamente todos rayaron a un gran nivel, siendo imprescindible el papel desempeñado por los rookies -todos consiguieron al menos un punto- y los más veteranos.
Este era primordialmente el gran reto del capitán danés: el saber intercalar la juventud con la veteranía para conformar un grupo temible. De ahí sus elecciones con Casey, Poulter, Sergio y Stenson. Y, a tenor de los resultados, la jugada le ha salido redonda al nórdico, que sale fortalecido de Le Golf National y pasa a engrosar la lista de grandes triunfadores en el bando europeo.
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— Ryder Cup Europe (@RyderCupEurope) September 30, 2018
Todo estaba listo para cantar la victoria local y la única duda era saber en qué momento y quién iba a ser el encargado de conseguirla. Los partidos se iban decantando del bando azul y solo un pequeño arreón de los hombres fuertes americanos -unido al momento en que Rory perdió su partido en el 18 tras una jugada desafortunada tras quedarse su bola clavada en el bunker- hizo que saltaran las alarmas. Pero poco duró el susto. El tiempo que tardó Rahm en dar el primer punto en su envite ante Tiger Woods y la antológica paliza de Olesen ante Spieth por 5&4.
Sergio se acordó de Celia tras la consecución de la Ryder: “Todos queríamos dedicarle el triunfo”
En esos momentos la victoria de Europa era una realidad con el dormie en los encuentros de Sergio y Molinari, pero fue el transalpino el encargado de subir el punto 14,5 al marcador después de derrotar a Phil Mickelson por un claro 4&2. Alegría desbordante en los rostros de los jugadores europeos y desolación en los visitantes, que tendrán tiempo para hablar largo y tendido de la decepcionante actuación de jugadores como Tiger -y van unas cuantas en esta competición- y del desacierto de Jim Furyk a la hora de darle protagonismo cuando desde el primer día se veía que no estaba. Pero eso es harina de otro costal. De momento quedémonos con el triunfo de los nuestros, que a buen seguro lo festejarán hasta altas horas de la madrugada.