Finchem recibe una membresía de Augusta como parte de los regalos por su bien merecida jubilación

El directivo de Illinois está recogiendo el cariño que con tanto esfuerzo sembró hace más de dos décadas. Foto: @PGATour
El directivo está recogiendo el cariño que con tanto esfuerzo sembró hace más de dos décadas. Foto: @PGATour

Menuda jubilación dorada le espera al comisionado Tim Finchem. Tras llevar a cabo un exigente proceso de apertura de fronteras en los últimos años en el circuito norteamericano, el directivo estadounidense pondrá el punto y final a su exitosa etapa al frente del PGA en solo unas semanas. Así pues, todo está siendo preparado a fuego  lento para que Jay Monahan asuma las riendas del tour por antonomasia del golf mundial. Aunque no es lo único que se ha dispuesto con tesón y mucha paciencia. Y es que, según hemos podido saber gracias al portal Golf.com, Finchem se va de su cargo por la puerta grande gracias a los regalos con los que ha sido obsequiado por tantos años de dedicación.

Puede parecer un tópico, pero es una verdad como un templo: cuanto más trabaja una persona, más suerte tiene en la vida. Una frase que le va como anillo al dedo a Finchem. El todavía comisionado del circuito ha hecho crecer este deporte de forma exponencial en el mundo entero, proyectando su figura junto a la de Tiger Woods para llevar a buen puerto el boom de los derechos audiovisuales de comienzos de siglo. Y, claro, esto tenía que tener algún tipo de recompensa por parte de los jugadores, quienes más se han beneficiado de las ventajas de tener una gira potente.

Así que han obsequiado a Finchem ni más ni menos que ¡con la membresía del Augusta National! Sí, créanselo. Y bien merecido que se lo tiene. Pero no es el único presente con el que le rindieron pleitesía compañeros y amigos en una de las últimas reuniones de la junta. El directivo de 69 años también recibió una invitación para participar en el próximo Pro-Am del AT&T Pebble Beach y será homenajeado como se merece en el Memorial de Dublín (Ohio). Pero el regalo más emotivo fue sin duda un vídeo que dejó grabado Arnold Palmer tres semanas antes de su fallecimiento. Nadie se lo esperaba y ninguno se libró de las lágrimas. Con presentes así cualquiera se jubilaría mañana mismo.

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