Padraig Harrington, golfista de Dublín que no es capital de Irlanda del Norte, compensa de momento la expectación suscitada en el Open de este país por la presencia de los ídolos locales Rory McIlroy y Graeme McDowell. Se congregan a diario más de 30.000 personas en el links de Portrush y en un lugar del norte de Irlanda a donde no acudía este torneo en los últimos 60 años.
Harrington, que lleva meses demostrando que ha salido de su crisis (se ha gastado un dineral en profesionales de la psicología deportiva), es tercero en el Open irlandés, con 10 abajo (67+67), a dos golpes del francés y líder tras dos vueltas Gregory Bourdy (quien asegura que le ayudó jugar la ronda de prácticas con el local Darren Clarke) y a uno del segundo en la pizarra, el inglés Mark Foster.
McIlroy sigue algo tibio, aunque con 5 abajo en el global y con expectativas de crecer en la crucial ronda del sábado, e igualado con McDowell en el puesto vigésimo cuarto. Ninguno ha dicho aún su última palabra para el fin de semana.
En cuanto a los españoles, el peso recae sobre las espaldas de Alejandro Cañizares, quien se mantuvo en el ‘top-10’ tras una ronda de 70 golpes (-2) y a cinco de Bourdy.
Pese al buen trabajo de Cañizares, la criba de españoles en Portursh fue mayúscula. Solo Rafa Cabrera-Bello y Jorge Campillo se adaptaron bien a este link difícil de la costa norirlandesa.
Jordi García, Carlos del Moral, José Manuel Lara, Olazábal, Fernández-Castañoy Pablo Martín no formarán parte del espectáculo que se avecina para el fin de semana.