Hacía mucho, pero que muchísimo tiempo, que el PGA Tour no nos dejaba una jornada donde los jugadores sufrieran tanto para mantener la compostura. Bay Hill se convirtió este sábado en una auténtica tortura china para los 69 golfistas que salieron desde primera hora de la mañana por el tee del 1 del complejo de Florida, protagonizando momentos tan surrealistas como que sólo un jugador -el estadounidense Max Homa (70 golpes, +1)- le ganara la partida al complejo que alberga el Arnold Palmer y que ocho golfistas se encuentren en estos momentos en números negativos.
Y es que las condiciones del campo fueron leoninas -y no sólo por las posiciones de bandera, que también se las trajeron-. En un día ventoso donde el par en cada hoyo era la meta soñada por todos, la consecución de un birdie era celebrado como si de una victoria final se tratase. Los bogeys llenaron las cartulinas de todos los integrantes del campeonato y a estas alturas sólo Marc Leishman (72 golpes, -4) puede presumir de no haber sido todavía víctima del atractivo recorrido.
El jugador australiano mantuvo el tipo en la jornada del movimiento con una vuelta con dos aciertos y otros tantos bogeys y saldrá en el partido estelar del domingo acompañando a Tyrrell Hatton (73 golpes, -6), quien se conformó con sobrevivir en el transcurso de la tercera ronda del campeonato gracias a que en las tres últimas banderas corrigió el estropicio de las 15 primeras. En éstas, un doblebogey, tres bogeys y dos birdies pusieron el resultado en +3 y sólo los aciertos en el 16 y el 18 le permitieron perder un golpe.
De este modo, el jugador inglés -que todavía no conoce lo que es ganar fuera del European Tour– mantiene dos golpes de margen con respecto a Leishman y Rory McIlroy (73 golpes, -4), quien también pugnará este domingo por hacerse con el triunfo y seguir haciendo más grande su ventaja en lo más alto de la clasificación mundial. El espectáculo está servido.