Muchos podrían llegar a pensar que en la previa del Masters de Augusta cualquiera de los grandes golfistas que disputaron el Shell Houston Open podría haber conseguido la victoria. Y no les falta un ápice de razón. Jordan Spieth, Rickie Fowler, Dustin Johnson y Phil Mickelson fueron solo algunas de las estrellas que se dieron cita en Humble (Texas) en la antesala del primer Grande del año. Pero ninguno de ellos ocupó el lunes las portadas de los diarios deportivos estadounidenses. Ninguno de ellos apareció en la foto de rigor sosteniendo la copa con un titular diciendo algo así como “ya estoy listo para el Major”.
Por el contrario, este privilegio recayó en Jim Herman, uno de esos jugadores denominados “currantes”, que en sus cinco temporadas en el PGA todo lo más que había conseguido eran cinco Top 10 –uno de ellos en el CIMB Classic de este mismo curso-. Este dato serviría para explicar perfectamente las lágrimas del estadounidense minutos después de ganar en Texas, cuando entre sollozos repetía insistentemente la felicidad que recorría su cuerpo. “Nunca pensé que esto fuera a ocurrir nunca”, atinó a comentar a un periodista tras hablarle éste de su reciente clasificación para el Masters de Augusta.
Y no es para menos. La historia de Herman con el golf comenzó hace muchos años, pero no fue hasta la universidad cuando se decidió a vivir de esto. Sin embargo, tras dejar la Universidad de su Cincinnati natal y realizar una minigira con algunos torneos, enseguida se dio cuenta de lo duro que era el mundo del profesionalismo. Viajes, poco dinero… En definitiva, que no le salía rentable.
Pero el golf era su vida y quería seguir vinculado a él. Es por esto que aceptó un puesto como dependiente y entrenador en el Trump National Bedminster de Nueva Jersey. Y fue precisamente el magnate estadounidense el que le animó a seguir compitiendo. “¿Por qué estás doblando camisas y dando lecciones de golf?”, le preguntó Donald Trump en una ocasión. “¿Por qué no estás en el circuito? He jugado con muchos jugadores del tour y puedo asegurarte que eres lo suficientemente bueno como para competir con ellos”.
Ese día –quién se lo iba a decir- el ahora precandidato a la presidencia de los Estados Unidos le abrió los ojos y, tras pasar unas cuantas temporadas buscando la tarjeta en el Web.com, por fin le llegó la oportunidad en el año 2011. Desde ese momento Herman disputa asiduamente –con un corto parón en el año 2012- sus torneos en el principal circuito norteamericano, pero no ha sido hasta esta semana cuando ha llegado su primera victoria.
A sus 38 años Herman peleará por primera vez en el Masters de Augusta –su tercer Major tras el US Open de 2010 y 2013-, un privilegio con el que hace unos días ni siquiera podía soñar.
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