Ni este extraordinario golpe fue capaz de arreglar la desacertada ronda que tuvo Hunter Mahan en el comienzo del Phoenix Open, pero al menos se marchó a descansar con la sensación de que todo puede mejorar en un abrir y cerrar de ojos. Y si no fíjense en lo caprichoso que es el Golf, capaz de dar y quitar con una facilidad pasmosa. Se encontraba en el hoyo 6 -la decimoquinta bandera del día- cuando Mahan se sacó de la manga este golpazo desde 120 yardas que, tras dos botes, se terminó colando en el agujero para darle la oportunidad de anotarse el eagle.