El golfista inglés ha tenido una de las semanas más estresantes de su dilatada carrera deportiva en un intento por mantener los privilegios de la tarjeta del European Tour. Y es que es lo que pasa cuando se deja todo para el final. Todo empezó el domingo, cuando se dio a conocer la lista de la Race to Dubai tras haberse disputado el Masters de Portugal.
En ella, Ian Poulter ocupaba el puesto 50, una posición que tenía visos de no servirle para participar en el WGC-HSBC Champions de Shanghai en un plazo de dos semanas –sólo entran los 50 primeros, pero no estaba en sus planes jugar en Asia esta semana-. O lo que es lo mismo, un lugar que le privaría de disputar los 13 eventos necesarios para conservar la tarjeta una temporada más, condición sine qua non para poder ser elegido para representar a Europa en la Ryder Cup de septiembre.
Le dio un vuelco el corazón y tomó enseguida su agenda telefónica para intentar, sin éxito en un principio, apuntarse en el último torneo antes de las Final Series: el Open de Hong Kong. No había posibilidad de añadir a nadie más, las inscripciones se habían cerrado el viernes pasado y sólo una ausencia de última hora podría facilitarle el acceso. Y esta ausencia llegó como regalo caído del cielo. A sabiendas de la situación, el estadounidense Rich Beem –ex campeón del US PGA- acordó generosamente renunciar a su plaza para invitar al que fuera uno de los héroes del milagro de Medinah.
El primer paso ya estaba hecho, pero faltaba el más complicado: llegar a tiempo desde Orlando (Estados Unidos). En un viaje frenético, con escala incluida en Nueva York, el británico partió a las nueve de la mañana del martes y tocó tierra asiática a las siete de la tarde del miércoles. Su Odisea particular le llevó a atravesar la nada desmerecedora cifra de doce zonas horarias. Y ahora, sin apenas digerir el jet lag, se enfrentará a un torneo para el que apenas ha tocado bola.
“No me esperaba acabar tan lejos en la clasificación mundial”, afirmó Poulter minutos después de bajar del avión. “Sabía que el corte iba a estar más o menos por estos guarismos, pero lo que no me esperaba era tener una caída tan drástica estas últimas semanas. Obviamente, todo esto no hubiese sucedido si hubiera jugado mejor durante el año, pero ahora no queda otra que seguir adelante”.
Asimismo, el deportista de 39 años aprovechó para agradecer el gesto a Beem y reconoció que llegaba al torneo sin haber tenido ocasión de ver en qué condiciones estaba el campo: “Podría decirse que la preparación no ha sido la adecuada. Llego aquí sin caddie, sin libro de yardas y sin saber si los greenes están rápidos o lentos. No tengo ni idea. Me tocará estar atento a todo desde el primer día”.
Si consigue una posición que le asegure su presencia en Turquía dentro de siete días toda esta aventura quedará como una graciosa anécdota que contar a sus nietos. De lo contrario, el viaje de vuelta se le hará el doble de largo que el de ida, y eso ya es decir. De momento, no ha arrancado nada mal. Tras los primeros 18 hoyos acumula un -3, empatado en la 13ª posición.