El español es uno de los únicos siete jugadores, de los 156 que comenzaron el campeonato, que se mantienen bajo par en el ecuador del torneo

En un escenario tan imponente como implacable, el US Senior Open sigue demostrando que la edad no rebaja la exigencia. El Broadmoor Golf Club, encajado a más de 1.800 metros de altitud a los pies de la montaña Cheyenne, está poniendo a prueba cada golpe, cada decisión y cada gramo de paciencia de los mejores veteranos del planeta. Y tras la segunda jornada, el campo ha dejado claro que no regalará nada a nadie.
Uno de los que ha conseguido sobrevivir -y de qué manera- es Miguel Ángel Jiménez. El malagueño (70, -1), con su habitual mezcla de talento y garra, firmó una vuelta tan vibrante como irregular; cinco birdies y cinco bogeys para un total acumulado de -1. Una auténtica montaña rusa que, sin embargo, le permite seguir con opciones de victoria en un torneo que no concede respiros.
Padraig Harrington, campeón en 2022, volvió a ser uno de los grandes protagonistas del día
El español, séptimo en la tabla, es uno de los únicos siete jugadores, de los 156 que comenzaron el campeonato, que se mantienen bajo par al ecuador del torneo.
Padraig Harrington, campeón en 2022, volvió a ser uno de los grandes protagonistas del día. El irlandés (67 golpes) lidera con -6 junto a otros dos jugadores, el estadounidense Stewart Cink (66. -6) y el australiano Mark Hensby (67, -6). La dureza del recorrido y las condiciones -una mezcla de altitud, greenes engañosos y brisas traicioneras- están haciendo de cada ronda un auténtico desafío.
«Que sea un US Open senior no significa que sea más fácil«, parece decir cada metro de este Broadmoor que apenas dejó 17 vueltas bajo par en la primera jornada y 13 en la segunda y que continúa cobrándose víctimas ilustres como Ángel Cabrera y Bernhard Langer quienes no lograron superar el corte.
Con una media de golpes que ronda los 74 y un pronóstico de calor y posibilidad de tormentas para el fin de semana, todo apunta a que la lucha por el título se decidirá más por resistencia que por brillantez. Pero entre tanto desgaste, Miguel Ángel Jiménez resiste aferrado al sueño de sumar un nuevo Grande a su colección.
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