Pocos podrían pensar que, después de un 2022 en el que Jon Rahm acumuló una victoria en el PGA Tour y dos en el DP World Tour, el año fuera considerado por el propio jugador vizcaíno como “discreto”. Sin embargo, es por todos sabido que el actual número 5 del ranking mundial viaja por el planeta con unas exigencias muy altas -máxime después de haber ocupado durante unos cuantos meses el puesto más alto en el OWGR– y con la firme convicción de que puede pelear por todos y cada uno de los torneos.
No obstante, esto no fue lo que ocurrió en 2022. De hecho, según él mismo ha comentado hace unas horas en la previa del Torneo de Campeones que arrancará sobre la hierba del Plantation Course de Kapalua en solo unas horas, pasó una temporada tratando de devolver su juego al lugar en el que se encontraba meses atrás. “Puede haber personas que no lo crean, pero pasé la gran parte del año luchando contra el swing”, afirmó el León de Barrika en sala de prensa.
“No estaba tan cómodo como lo había estado un año atrás y eso se notaba. Sobre todo cuando acudes a grandes campeonatos de Golf, donde el más mínimo fallo sale a relucir”, confesó. Y es que, aunque su dominio con el driver siguió siendo excelente -continuó siendo el mejor jugador del PGA Tour en golpes ganados desde el tee-, su falta de tacto con los hierros le terminó jugando malas pasadas en su intento por estar en la lucha por los títulos.
“No lo sentía tan bien como en otras veces. Conseguí una buena cantidad de Top 10 -casi el cincuenta por ciento de los torneos en los que participé-, pero no me di tantas oportunidades de ganar como me hubiera gustado”, sentenció. Y qué mejor manera que un lugar donde hace doce meses salió subcampeón para volverse a acostumbrar a ello.
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— DP World Tour (@DPWorldTour) November 16, 2022