Se nos acaban las palabras para definir a uno de los grandes jugadores del Golf actual y sin lugar a dudas el icono de este deporte en nuestro país. Y es que hacía mucho tiempo que no vivíamos una irrupción de esta magnitud de un español en un deporte individual –Rafa Nadal, Carolina Marín, Javier Fernández o Lidia Valentín son algunos de los últimos ejemplos que nos ha dado la Armada en diferentes disciplinas-. Un rara avis que llega de vez en cuando y en el que hay que detenerse para entender a la perfección que lo conseguido trasciende las barreras del propio Golf.
En un deporte en el que solo unos cuantos elegidos estaban capacitados para darnos alegrías de vez en cuando, Jon Rahm se ha propuesto trasladar esa euforia a cada corto período de tiempo. Y el más claro ejemplo es el conseguido este domingo en el Club de Campo Villa de Madrid, donde el vizcaíno sumó su segundo Open de España consecutivo -un hito que no se lograba en toda la historia moderna del campeonato- para situarse como el cuarto mejor jugador del planeta. y sumar el quinto título del European Tour en su vitrina. Aunque más allá del triunfo, para muchos fue más importante la manera en la que lo logró.
Pues poco le importó que saliera al tee del 1 con cinco impactos de distancia. El León de Barrika tenía un objetivo después de entregar el sábado el -17 en Casa Club: lograr el récord del evento, que hasta este momento se encontraba en posesión del inglés Kenneth Ferrie, quien en 2003 logró un extraordinario –22 en la edición disputada en el Golf Costa Adeje de Tenerife. Y aunque no lo logró en solitario, al menos lo empató. Pues en lugar de limitarse a controlar a sus compañeros de partida, el vasco salió dispuesto a reventar el complejo madrileño para hacerse con esa preciada estadística que desde hoy puede portar con orgullo. Y el público se lo supo reconocer. La Rahmanía llegó el año pasado para quedarse.