Cuando en el golpe de salida del hoyo 10 Jon Rahm lanzó un exabrupto tras comprobar de inmediato la defectuosa dirección de la bola, se comenzaba a gestar lo que podría haber sido un naufragio. El vasco, sobresaliente en la primera ronda tras arrebatarle siete golpes al campo, luchaba por domar de igual forma al recorrido del Club de Campo Villa de Madrid, pero su misión carecía de la efectividad de antaño.
Un bogey en el hoyo 5 había emborronado relativamente pronto su tarjeta, un traspié compensado casi de inmediato con dos birdies en los hoyos 7 y 8 que contaron con el apoyo incondicional de su legión de seguidores, que en el hoyo 6 le ofreció todo su cariño tras errar un putt relativamente sencillo. “Ayudan, y mucho”, acertó a decir sobre el peregrinaje de personas que le sigue en masa por el campo con las puntuales molestias que genera una oruga humana de enormes dimensiones dispuestas a disfrutar el mejor espectáculo.
La primera vuelta se acabó en un suspiro, y era momento de recapitular y comprobar que la parte más alta de la clasificación se alejaba poco a poco ante el continuado acierto de sus rivales más inspirados, con mención especial para el inglés Paul Waring y el sudafricano Stephen Gallacher, finalmente colíderes con 12 bajo par tras exhibir motivos más que contundentes plasmados en rondas de 8 y 6 bajo par, respectivamente.
Y llegó el hoyo 10 de Jon Rahm. Un golpe de salida defectuoso seguido de su exabrupto. Y un bogey casi inevitable tras visitar por dos veces el rough. Luego, en el hoyo 11, vuelta al rough desde el tee de salida, vuelta al rough en el segundo golpe y vuelta al bogey en la tarjeta.
El naufragio parecía inevitable, pero Jon Rahm y su legión de peregrinos eran conscientes, por haberlo vivido en ocasiones anteriores, de que el milagro era posible. Y el cambio se obró, protagonizando una transformación admirable que exigió que el golfista vasco se pusiera el traje de faena para ofrecer lo mejor de su repertorio, casi oculto durante 11 hoyos pero a disposición de todos a partir de ese momento.
De hecho, las dudas se convirtieron en certezas. Birdie, birdie, birdie fue su enrabietada propuesta en los tres siguientes hoyos, uno más de descanso resuelto mediante par y nuevo birdie en el 16 que consumaba una espectacular reacción que todavía pudo ser mayor de no mediar una corbata en su último putt en el hoyo 18 que bien pudo ser su séptimo birdie de la jornada.
“Están a dos golpes y es una distancia más que asumible”, decía Jon Rahm en referencia a los dos colíderes que campean momentáneamente en la parte más alta de la clasificación.
Quinto clasificado en el ecuador del torneo, Jon Rahm recordó que “estoy mejor que en 2019”, cuando el golfista vasco ganó el título en juego tras ponerse el traje de faena que tuvo emplear en esta segunda jornada para que el inglés Paul Waring y el sudafricano Stephen Gallacher sientan su aliento en el cuello. ¡Aviso a navegantes, que Jon Rahm sigue con el cuchillo entre los dientes!
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