Hace un mes calificó una Ryder sin aficionados como un “sinsentido”. Sin embargo, Brooks Koepka ha ido más allá esta semana en la previa de la vuelta de la competición al PGA Tour. Y es que el actual número 3 del mundo ha reconocido a los medios de comunicación que se plantea muy seriamente no acudir a la llamada de Steve Stricker en Whistling Straits si a finales de septiembre el complejo de Wisconsin todavía no puede contar con una representación de aficionados sobre su hierba.
“La Ryder Cup es un verdadero evento deportivo. Es diferente a cualquier otro torneo de Golf que se juegue alrededor del mundo. Creo que se pudiéramos tener aficionados sería perfecto, porque sin ellos se pierde la esencia de lo que realmente es. Y para jugar algo parecido a una exhibición preferiría no hacerlo, sinceramente”, comentó el norteamericano ante los gestos de asombro de quienes estaban presenciando en directo estas declaraciones. Unas líneas que dieron respuesta a una pregunta que le cuestionaba sobre si veía posible que los golfistas decidieran no jugar en señal de protesta.
“Claro que lo veo”, afirmó con convicción. “El problema de esto es que va mucho más allá de que haya fans o no en el campo. La PGA de América quiere jugar y nosotros sabemos por qué”, contestó antes de hacer un gesto con su dedo índice y pulgar en referencia al dinero. “Al final, si no lo hiciéramos por los fans es como si jugáramos un torneo cualquiera en Florida. Si no estuvieran, no verías a los muchachos levantando el puño ni demostrando la pasión de la que hacen gala”, sentenció.
Una declaración sin pelos en la lengua que bien podría firmar otra estrella del bando europeo como Rory McIlroy y que no hace otra cosa que poner sobre la mesa un problema que se vislumbra en el caso de que se dispute la contienda: ¿a qué precio?