Muchos podrían pensar que un Top 10 en un Major como el Masters de Augusta es un premio espectacular. Además del cuantioso cheque que proporciona finalizar en la zona noble del Grande, el caché que se adquiere al lograrlo es un botín que no hay que desmerecer en absoluto. Sin embargo, cuando esto le ocurre a un deportista acostumbrado a ganar como Brooks Koepka -a sus 30 años tiene en su poder dos US Open y dos PGA Championship-, pues una séptima plaza en el Augusta National le deja con un muy mal sabor de boca.
La autoexigencia del estadounidense es brutal y no se da el más mínimo respiro, aunque venga de una lesión de la que todavía no está recuperado al cien por cien y de unos resultados nada buenos en el último año. En ellos, contando con esta última semana, apenas ha podido alcanzar cuatro veces un lugar entre los diez mejores de un campeonato. Sin embargo, esto le da igual al que fuera durante una temporada número 1 del mundo y lo demostró nada más poner un pie en la zona de prensa tras firmar una cartulina con 70 golpes.
“La verdad es que no estoy muy emocionado en este momento”, fue lo primero que comentó el deportista de Florida al ser preguntado por sus sensaciones globales al finalizar en la parte baja del Top 10. “Vaya, séptimo al final. La verdad es que no sé qué decir, pero lo cierto es que no estoy nada feliz”, prosiguió el golfista de las barras y estrellas, cuya expresión no invitaba mucho a continuar con la conversación -máxime cuando Dustin Johnson, al que le une una gran rivalidad en los Major, se estaba dando un festín en el último día de competición-.
“No he jugado muy bien esta semana. He fallado una gran cantidad de putts, cuando he hecho malas salidas las he hecho por el peor sitio para atacar la bandera y, por si fuera poco, me he quedado lejos de hacer suficientes birdies”, señaló el bombardero norteamericano, sólo un instante antes de lanzar una pulla a DJ. “En este torneo a él le viene bien hasta el terreno sobre el que se juega, por eso va a ganar”, sentenció. Unas palabras que denotan el gen competitivo de un jugador que está llamado a dar todavía muchas grandes tardes de Golf.