A nadie le viene bien parar de golpe, pero si hay alguien en este paréntesis del PGA Tour que ha salido beneficiado ha sido Brooks Koepka. El ex número 1 mundial, que desde agosto del año pasado arrastraba problemas en su rodilla izquierda que le obligaron a pasar por el quirófano, no presagiaba una temporada cómoda cuando, a comienzos de curso, un resbalón durante la disputa de la CJ Cup en Corea del Sur le agravó la lesión “antes de que se recuperara por completo”, tal y como reconoció el propio jugador en entrevistas previas.
Es por esto que el bombardero de Florida se tomaba el 2020 con tranquilidad, sabiendo que iba a competir con el hándicap de la paulatina recuperación de la rodilla. Pero entonces se vino la pandemia y con ella la posibilidad de que el doble campeón del US Open y el PGA Championship se recuperara casi por completo. Algo que hemos podido comprobar esta semana durante la disputa del RBC Heritage, un evento en el que finalizó en la séptima posición en solitario -su mejor posición desde la cuarta plaza en el Tour Championship del mes de agosto-.
“La reunión que tuve con Butch Harmon durante este período de inactividad fue un punto de inflexión. Cada vez que vas a verle te ayuda en algo”, confesó Koepka al término de su participación sobre la hierba de Harbour Town. “Conforme estoy ahora es lo más cercano a lo mejor que ha estado mi cuerpo en años. He trabajado mucho con mi entrenador sólo manipulando la rodilla. Ha sido un largo camino”, añadió, antes de mandar un aviso a sus rivales de aquí en adelante.
“Hasta ahora sentía que no había estado a mi mejor nivel por mis problemas físicos. Ahora, mi cuerpo se siente genial. Siento que puedo mover la bola en todas direcciones. La última vez que tuve estas sensaciones fue en el Tour Championship. Uno se siente bien al estar de vuelta”, sentenció. Que tiemble el resto de jugadores.