Si todo hubiera seguido la normalidad que ha imperado en el mundo durante las últimas décadas, en estos momentos muchos se estarían frotando las manos ante la llegada inminente de las vacaciones y los aficionados al Golf se encontrarían recibiendo el verano con los brazos abiertos -nunca mejor dicho-. Un verano que debería haber acabado a finales de septiembre con la disputa de la Ryder Cup en una espectacular sede como Whistling Straits. Sin embargo, los torneos se han congelado hasta dentro de unos días y tenemos las posibilidades más reales que nunca de que la cita bianual entre Estados Unidos y Europa se posponga a 2021.
Y es que, al igual que ha ocurrido con otros grandes eventos deportivos que tenían que haber tenido cabida este año como los Juegos Olímpicos o la Eurocopa de fútbol, la Ryder podría verse abocada a retrasar su disputa al ser muy difícil que los aficionados vayan a poder asistir al campo como en otras ediciones. Las voces entre los jugadores son bastante claras al respecto –sobra con recordar las palabras pronunciadas por el propio Rory McIlroy hace escasamente una semana-, pero hasta la fecha no hemos sabido nada de lo que opina el torneo de todo esto. Hasta ahora.
Y es que el capitán estadounidense, Steve Stricker, reveló hace unas horas en una entrevista concedida a un medio de Wisconsin que la decisión sobre la disputa o no de la competición tendrá lugar “en dos o tres semanas”. “De momento, nosotros estamos planeando todo como si fuera a celebrarse el evento”, confesó el norteamericano que, sin embargo, no ocultó sus recelos de cara a cómo reaccionaría el público si el torneo se celebrara. “Está claro que hay algunos obstáculos a los que nos tendremos que enfrentar. Lo principal serán los fans y los patrocinadores. Pero parece bastante obvio que la decisión se ha de tomar en dos-tres semanas como muy tarde”, argumentó.
“A estas alturas ya se estarían comenzando a montar todos los stands y las carpas corporativas, por lo que la decisión no puede hacerse de rogar”, sentenció, no sin antes reconocer que llevar a cabo el torneo sin espectadores sería un “crimen” para todo un Wisconsin y convertiría el campeonato en un “bostezo”.