El cántabro se alzó con el primer Masters para un europeo con apenas 23 años y una exhibición impresionante de principio a fin sin dar ninguna opción a sus rivales
Pocas veces todo un país se sintió tan identificado con un deportista. Tuvo que ser él, un chico de una familia humilde de un pequeño pueblo de Cantabria el que colocara a España en el mapa de este deporte, que tradicionalmente se desvivía más por el fútbol que por otros menesteres. Pero Seve era especial, tenía un gancho inconfundible para enamorar a los espectadores gracias a su juego y, sobre todo, un carisma capaz de traspasar fronteras.
Esto unido a sus tempranos triunfos le colocaron en el escaparate perfecto para situarse desde bien temprano como una referencia europea y mundial en el Golf. Lo demostró en 1979, con su primera Jarra de Clarete, y lo volvió a poner en práctica solo unos meses después, cuando el Augusta National se transformó en su segunda casa pocos días después de haber cumplido 23 años.
Seve dio una exhibición de principio a fin, ostentando el liderato de la primera a la cuarta jornada para marcharse a Pedreña con un -13 y convertirse en el primer jugador del viejo continente en salir de Georgia con la Chaqueta Verde sobre los hombros. Todo un orgullo para las generaciones pasadas, presentes y futuras que tenemos la ocasión de revivir gracias a la reposición de la última ronda. ¡Mil gracias, Maestro!