Corría el año 1980. El European Tour como circuito apenas había empezado a dar los primeros pasos cuando un joven de 22 para 23 años que venía unos meses antes de dejar boquiabiertos a los aficionados británicos con su primera Jarra de Clarete colocaba a España en el mapa golfístico mundial. El germen de todo llegó en uno de los mejores escenarios para sobresalir en este deporte: el Masters de Augusta. Y es que el complejo de Georgia sólo había visto reinar sobre su superficie a jugadores estadounidenses –con el permiso de los tres triunfos de Gary Player-.
Pero Seve Ballesteros estaba hecho de otra pasta. El genio de Pedreña encandiló a los americanos no solo con su juego, sino también por un carisma capaz de traspasar fronteras. Y así llegó una de las grandes exhibiciones en este evento, ostentando el liderato durante las cuatro rondas para marcharse a casa con un sonoro 13 bajo par y así convertirse en el primer europeo en reinar en lo que ya se había considerado territorio vedado para los golfistas del viejo continente.
Y ahora, a pocos días de que arranque el Masters, tenemos la ocasión de poder revivir la última de esas rondas que dejó una huella imborrable en la memoria colectiva. Un orgullo para las generaciones pasadas, presentes y futuras que fue la semilla a través de la que germinaron los futuros éxitos de la Armada.
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