Lo tenía todo en su mano. Le bastaba un birdie en el 18 para proclamarse campeón del Memorial Tournament. Sin embargo, el segundo golpe de Justin Rose tuvo como destino la cabeza de un espectador. Todo se volvió negro para el inglés, que veía como estaba cerca de perder el que hubiese sido su segundo torneo en Muirfield Village. De pronto, la magia surgió de las manos del británico y, con un approach sensacional, se dejó un putt fácil para forzar el desempate ante la revelación del torneo, el sueco David Lingmerth.
De nuevo volvían a cruzarse los golfistas con el temible hoyo 18, y encima por duplicado. Y es que éste fue el agujero elegido por partida doble para el desempate. El primer envite resultó nulo. Ambos golfistas se empeñaron en deleitar al público con dos putts de altura para firmar el cuatro.
Misma dinámica tuvo el segundo combate. Tanto Rose como Lingmerth ponían de relieve que iban a vender cara su derrota, una derrota que llegaría para el inglés en el hoyo 10, tercero del desempate. Al golfista escandinavo le valió con el par tras el bogey de su rival.
Lingmerth completaba un campeonato para enmarcar con 67, 65, 72 y 69 golpes para un total de -15. El deportista afincado en Jacksonville (Florida) conquistaba de esta manera su primer título en el PGA Tour. ¿Y qué mejor lugar para ello que en casa del Oso Dorado? Jack Nicklaus disfrutó del espectáculo durante el playoff en primera línea, charlando de forma distendida con la mujer y el hijo de Justin Rose, quien cerraba los ojos y cruzaba los dedos cuando golpeaba su padre.
En un evento destacado por la decepcionante actuación de Tiger Woods el sábado (+13), se agradeció la aparición de golfistas como Molinari o Spieth, ambos con -13, que animó una gris tarde en Ohio.
Gonzalo Fernández-Castaño, único español en liza, no pudo superar el corte en la jornada del viernes y se complica un poco más su lucha particular por retener la tarjea el próximo año.