Va a ser muy difícil que olvidemos este día, porque el 9 de abril de 2017 Sergio García ha escrito una de las páginas más importantes de la historia del Golf español. El golfista castellonense, El Niño, aquel jugador que sorprendió al mundo a finales de los 90 por su descaro y su calidad se ha convertido en el tercer jugador que logra un Masters de Augusta para España.
Primero fueron por partida doble sus ídolos José María Olazábal y Seve, un Seve que, por cierto, ha mandado todas sus energías desde arriba en el día que hubiera cumplido 60 años. Y hoy ha llegado su turno. Las lágrimas de Sergio en el green del 18 lo dicen todo. Que sí, que estaba considerado por muchos como “el mejor jugador de la historia sin Major”, que sus detractores le criticaban su actitud y su nula capacidad para hacer frente a las adversidades…
Pero aquí está. Jugando su mejor semana en Georgia para, a sus 37 años, sumar el primer Grande en sus vitrinas. Y se impuso como lo que es, un Maestro, quitándole la Chaqueta Verde al inglés Justin Rose de la misma manera que Nicklaus se la arrebató a Seve en el 86: con un eagle en el 15 y un birdie en el 16 cuando el británico saboreaba las mieles de la victoria.
Y es que la jornada de hoy debería guardarse como oro en paño para que sea visualizada por los noveles en este deporte. Tuvo absolutamente de todo. Desde un inicio arrollador del jugador de Borriol, logrando una ventaja de tres golpes con apenas cinco banderas disputadas –consecuencia de los dos birdies cumulados y de los fallos del inglés- hasta una remontada de ensueño –Sergio se llegó a dropar con penalidad en el par 5 del 13 yendo dos por detrás de Rose-. Pero la película tenía hoy un desenlace diferente. Y el extraordinario putt para eagle en el 15 lo presagiaba.
Casualidades de la vida, el último jugador que hizo un tres en este par 5 y salió campeón fue Olazábal en el 94. Demasiadas eventualidades para no tener un final feliz. Todo salió a pedir de boca. El grupo estelar partía con solo un golpe de ventaja, pero al paso de los hoyos quedó patente que solo ellos iban a pelear por el triunfo.
Un mano a mano que le dejó al castellonense la oportunidad de cerrar el torneo en el hoyo 72, con un putt de poco más de dos metros. Pero no pudo ser y tuvo que esperar al PlayOff para alzarse con un triunfo que le eleva a los altares de la historia y le permite volver a recuperar la sonrisa en el campo.