No es la primera vez que el jugador norirlandés está ante una situación de juego semejante. Ya en mayo del pasado año muchos se andaban preguntando por el paradero de Rory McIlroy cuando, en el transcurso de dos semanas, se llevó a casa tanto el WGC-Cadillac como el Wells Fargo Championship –sus dos últimos triunfos, todo sea dicho-. El jugador europeo ya sabe, pues, capear con estas dificultades y con los medios de comunicación. Sin embargo, esta vez es diferente.
Habría que tirar de hemeroteca para recordar la última vez que el ex número uno del mundo acabó con seis doblebogeys en un evento –sí, un número impropio para alguien que pelea por volver a asir el cetro mundial-. Unos guarismos que contrastan con los dos solitarios bogeys acumulados en las cuatro jornadas sobre la hierba del Bay Hill de Orlando (Florida) y con las dos extraordinarias rondas que cuajó el viernes y el domingo.
De hecho, ni el propio Rory sabe lo que está pudiendo pasar con su juego, una montaña rusa de sensaciones cada 18 hoyos. “Un año interesante”, llegó a comentar tras la conclusión de sus 72 hoyos en el Arnold Palmer Invitational. Y no es para menos.
La eterna lucha entre el bien y el mal; el ying y el yang aplicados en la figura del deportista de 26 años, que este 2016 es capaz de combinar actuaciones que rozan la perfección con otras que dan auténtico vértigo –para mal, hablamos-. Dos polos diferenciados que para el golfista tienen un claro significado: no hay quien le pare con las rachas, ya sean positivas o negativas.
“Tengo que dejar de enfadarme sobre la hierba y que los errores no me influyan tanto, porque claramente están dando lugar a más errores”, afirmó en una entrevista, aunque no se mostró preocupado lo más mínimo por el WGC-Dell Match Play que arranca en unas pocas horas en el Austin Country Club de Texas: “Estoy en un momento perfecto para jugar un torneo Match Play si tenemos en cuenta que solo puedo perder un hoyo cada vez que cometo un doblebogey. Además, estoy consiguiendo un buen saco de birdies”, bromeó.
McIlroy está encuadrado en la primera fase en el Grupo 3, donde compartirá partidos con el danés Thorbjorn Olesen y los estadounidenses Kevin Na y Smylie Kaufman por acceder el sábado a la fase de eliminatorias. Eso sí, tendrá que dar algo más de lo demostrado la pasada semana si quiere encarar con garantías la última fase de la preparación para el Masters.