Esta vez no fue un colapso en su juego. Esta vez lo que le ocurrió a Rory McIlroy en la ronda final del Masters fue que no le ocurrió nada ya que desde el mismo tee del uno comenzaban sus errores. El norirlandés se subía a una montaña rusa en la que cada birdie era contrarrestado inmediatamente por un bogey teniendo en el putt a su peor enemigo. McIlroy acabó quinto después de entregar una cartulina de 74 golpes. Así fue la ronda del norirlandés con sus errores y sus aciertos, un domingo en Augusta para olvidar.