Seguro que recuerdan el momento en que Rory McIlroy se llenó de ira y lanzó su hierro 3 al agua tras un mal tiro. Como para olvidarlo. Se disputaba la segunda ronda del WGC-Cadillac Championship cuando, estando en el par5 del octavo hoyo en Doral, el golfista norirlandés envió directamente su bola al lago después de no golpearla correctamente. Y tras ella fue el palo –aunque Donald Trump se lo devolvió poco tiempo después-.
El caso es que el PGA Tour no tolera las conductas de este tipo y, pese a no comunicarlo de manera oficial en ninguno de sus medios, el deportista europeo fue multado por ello. La sanción, meramente económica, ascendía hasta los 25.000 dólares, una cifra mareante para el común de los mortales. Sin embargo, Rory se libró de pagar la gran totalidad de la misma. ¿El motivo? Pedir perdón.
Y es que rectificar es de sabios, y como ha podido comprobar el deportista europeo un simple “lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir” puede librarte, en ocasiones, de algún que otro disgusto, como él mismo comentó recientemente en una entrevista con el medio televisivo ESPN: “Me multaron por tirar el palo con 25 mil dólares, pero me lo redujeron a cinco mil por haber pedido perdón delante de las cámaras una vez que finalicé la ronda del viernes”.
Ahora bien, esta anécdota quedó casi en el olvido por el reciente lanzamiento estilo helicóptero que protagonizó John Daly con su palo en el último PGA Championship celebrado en Whistling Straits. Imaginamos que la multa también recayó a hombros del norteamericano, pero como Wild Thing tampoco es mucho de pedir perdón, probablemente haya tenido que rascarse el bolsillo más de lo que lo hará Rory.