Puede parecer increíble, pero en el último año Phil Mickelson ha pasado de no disponer -ni ganas que tenía- de un perfil en Twitter a hacer de esta red social parte de su día a día. Y es que, a pesar de que le costó encontrar la mecánica para llegar a las decenas de miles de seguidores que tiene por todo el mundo -en estos momentos su cuenta de followers está cerca de rebasar el medio millón-, hace ya algún tiempo que decidió probar por ofrecer contenido original con el que entretener a los fans.
Es el caso de las entrevistas a compañeros de profesión -en las últimas semanas hemos sido testigos de algunas breves charlas con Justin Thomas o Jordan Spieth-, los espacios de interacción con sus seguidores a preguntas de lo más variopintas o, en el caso que nos ocupa, de la sección en la que nos hace partícipes de algunas de las historias que le han sucedido en el campo de Golf a lo largo de toda su carrera. Y ésta, por el grado de surrealismo que contiene, nos ha maravillado.
Ocurrió durante la década de los 90 -no supo precisar el año- mientras disputaba el AT&T Pebble Beach Pro-Am sobre la hierba del Poppy Hills GG -uno de los tres campos en los que solía disputarse la prueba. “Me encontraba esperando junto a mis compañeros de juego en el tee de un par 3 cuando, de repente, me quedé mirando cómo un hombre pasaba con una bicicleta cerca de las cuerdas. De pronto, uno de los espectadores lo cogió del brazo y lo golpeó en la espalda mientras le decía ‹ ¡golpe! ›”, comentó el norteamericano.
“Extrañados y preocupados por el chico de la bicicleta fuimos hasta allí cuando, ni corto ni perezoso, el agresor le dijo que esa era su bicicleta. El ladrón se levantó rápido y huyó del lugar mientras que el verdadero dueño del vehículo se subió y pedaleó hasta perderse a lo lejos”. Una historia de lo más inverosímil que cuenta ya con más de once mil me gustas en solo unas horas.