A cada hora que pasa nos vamos acercando más y más a un nuevo Masters de Augusta. Los mejores jugadores del mundo reunidos alrededor de uno de los complejos más icónicos del panorama golfístico que a partir de la próxima semana nos deleitarán con cuatro grandes rondas con el objetivo final de la Chaqueta Verde. Pero aprovechando que todavía el campo de Georgia no ha recibido a los miles y miles de aficionados que esperan ansiosos la primera gran cita del año vamos a aprovechar para poner a su disposición un informe que ha hecho público Golf.com que habla de las tremendas complicaciones que se encuentran a menudo tanto fans como jugadores.
Y aquí no hacemos referencia al ya de por sí intrincado recorrido diseñado por Bobby Jones, Alister MacKenzie y George Cobb. Si no más bien a lo que está y no está permitido hacer en un campo que se ha ganado con todo merecimiento la vitola de ser uno de esos complejos con un aura especial. No sabemos si será su secretismo a la hora de desvelar el número de socios que lo componen o los requisitos que deben reunir éstos para poder ser partícipes de su exclusiva familia, pero lo cierto es que muchas son las normas que hacen de él un lugar de especial devoción.
Por ejemplo, ¿sabían que están prohibidos dentro de las instalaciones durante las rondas de torneo todo teléfono móvil, bolsos, mochilas, cámaras, pancartas y carteles? Dicho así puede no afectar en exceso, pero lo cierto es que un 33 por ciento de los profesionales encuestados por Golf.com han reconocido haber sido reprendidos por la organización en algún momento. “Yo, por ejemplo, grabé una vez un vídeo del arroyo del 16 y se me ocurrió subirlo a las redes”, reconocía uno de los golfistas. “Por supuesto, hicieron que ese archivo desapareciera. Fue mi primera incursión en el Gran Hermano de Orwell”, sentenció.
Aunque no es el único. Otros directamente son llamados al orden por simplemente sentarse en la hierba porque, aunque no está prohibido, sí que está mal visto tanto correr por el campo como tumbarse a disfrutar de las vistas. “Un camarero me dijo una vez que guardara el teléfono”, apuntó otro. “Es como retroceder en el tiempo”, añadió. Unas indicaciones que no hacen otra cosa que seguir vinculando al Augusta National como uno de los últimos bastiones del golf más puro.