Parece que haya pasado un mundo para Nick Watney desde ese viernes en el que su prueba para detectar el COVID dio un resultado positivo. Pero lo cierto es que apenas han pasado los diez días que el PGA Tour establece como mínimo para la cuarentena. Casi dos semanas en las que al estadounidense le ha dado mucho tiempo para reflexionar y, lo más importante, para recuperarse casi por completo de los síntomas que acompañaban a la enfermedad. “Estoy bien, excepto por un poco de fatiga que sigo teniendo”, confesó el jugador en su primera entrevista concedida tras aquel fatídico RBC Heritage.
Un torneo que “abrió la veda” a los casos positivos -en estos momentos se contabilizan cinco jugadores y dos caddies– y que provocó que Watney tuviera el honor de ser el primero en este apartado. “La verdad es que no es el mejor sentimiento del mundo haber hecho los honores en relación al COVID, pero poco puedo hacer ya”, reconoció el deportista, que admitió no tener ni idea de dónde se pudo contagiar. “He tenido mucho tiempo para pensar acerca de eso y todavía no puedo dar una respuesta porque no lo sé. De hecho, en todo este tiempo no he tenido ni fiebre ni tos. Esta es la razón por la que esta enfermedad da tanto miedo”.
Watney, eso sí, se muestra muy prudente a la hora de establecerse plazos para volver a la competición: “En estos momentos en lo que menos pienso es en volar. Creo que todo por lo que estoy pasando podría ser una pérdida de tiempo si saliera de aquí temprano y contagiara a otra persona. Me sentiría francamente mal si eso sucediera. Al no tener síntomas es algo que hay que vigilar con mucha cautela”, sentenció el norteamericano, que lo que peor lleva, según sus propias palabras, es “estar en un resort de Golf encerrado sin poder jugar al Golf”.