Es un clásico, lo sabemos. Pero no hay un solo año en el que no nos siga sorprendiendo la manera con la que la USGA prepara el US Open. Y el rough siempre está en el punto de mira. Shinnecock Hills será una dura prueba para todos cuantos se den cita en el recorrido neoyorquino, pero en particular no coger calles complicará mucho hasta la posibilidad de firmar el par.
Y es que no hay más que ver la espesura y altura del rough para darse cuenta de que caer aquí es sinónimo de no tener más opción que sacarla a la calle e intentar ajustar el siguiente golpe. Que tiemblen los golfistas.
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