Los años no pasan en balde para nadie. Ni siquiera aunque te llames Phil Mickelson y hayas conseguido 51 victorias a lo largo de toda tu dilatada carrera –entre ellas 5 Majors-. Lefty, que el próximo mes de junio cumplirá 46 años, no está atravesando en los últimos tiempos por uno de sus mejores momentos en el juego –de hecho Tiger Woods, del que muchos opinan que se encuentra en el ocaso de sus días como golfista, ha ganado en los tres últimos años más torneos que la que fuera estrella de Arizona State University-, aunque hay que recordar el Open conquistado en 2013 por el de San Diego.
Desde luego que todavía tiene golpes en su repertorio para asombrar al gran público y hacerles levantar de sus asientos –como demostró el pasado otoño en la Presidents Cup-, pero pocos pondrían la mano en el fuego porque el deportista estadounidense volviera al top mundial, y más aún con la nueva hornada de jugadores encabezada por Jordan Spieth. Sus buenas actuaciones son, cada vez más, una excepción.
Pese a este bajón, Mickelson fue capaz de hacer el corte en 16 de los 19 eventos que disputó durante la temporada pasada – aunque sólo consiguió tres Top 10, entre los que destacó una segunda posición compartida junto a Justin Rose en el Masters de Augusta-. El estadounidense es consciente de esto, pero espera mejorar durante los próximos meses para alcanzar un nivel que le permita estar de nuevo entre los mejores:
“Soy optimista, aunque también estoy un poco preocupado porque ha pasado bastante tiempo desde la última vez que jugué como quiero hacerlo”, afirmó el golfista zurdo en una reciente entrevista concedida a Golf Channel. “Tengo la esperanza de que el trabajo realizado en estos primeros meses del año me permita mejorar el swing y poder golpear la bola como lo hacía antes”, reconoció el norteamericano.
Y no le vendría nada mal, porque Mickelson finalizó la temporada pasada como número 65 del PGA Tour en porcentaje de disparos a green, sus peores números desde que nació esta estadística en el año 2004.