Ya conocíamos la afición del inglés Ian Poulter por coleccionar Ferrari, pero lo que nunca supimos es que no solo de coches deportivos vivía el británico. Sin ir más lejos, el pasado domingo el deportista de 41 años mostró al mundo a través de su cuenta de Twitter una pieza de auténtico lujo que posee una pequeña parte de la historia del golf europeo: un Ford Crown Victoria del año 2005. ¿Y? Pensarán muchos. ¿Qué tiene de especial este vehículo? Pues ni más ni menos que fue con este coche con en el que llegó Rory McIlroy a Medinah en la última jornada de aquella fantástica edición de la Ryder Cup.
30 de septiembre de 2012. Europa necesitaba un milagro para arrebatarle el triunfo al combinado que capitaneaba Davis Love III. Los de Olazábal habían peleado con uñas y dientes y seguían vivos gracias, en parte, al coraje de Poulter y solo un milagro podría llevar el título al viejo continente. Y para colmo Rory McIlroy, el número 1 de Europa que salía en el tercer partido frente a la gran esperanza local Keegan Bradley, no aparecía. Llamadas y más llamadas y el norirlandés que no daba señales de vida. Hasta que apareció en la lejanía un coche con el joven golfista en su interior cuando apenas quedaban diez minutos para que comenzara su duelo. Una confusión de horarios, comentó.
Jugó y ganó. El resto ya lo conocemos todos. 8,5 puntos de Europa en el último día y el triunfo que tuvo una dedicatoria especial. Seve Ballesteros, fallecido solo unos meses antes a los 54 años, dotó de alas al combinado del capitán guipuzcoano para llevar a buen puerto el putt del alemán Martin Kaymer, uno de los hombres menos utilizados por el español durante los tres días de competición.
Y, bueno, tal fue la euforia que Poulter decidió guardarse para sí un pequeño trozo de esta gesta con la adquisición del famoso vehículo que condujo a Rory hasta el tee de salida. Un coche al que precisamente el norirlandés volvió a subirse casi cinco años después en el garaje del inglés, una instantánea que ya es historia.