El pasado viernes fuimos testigos de otra de esas anécdotas que le dejan a uno la duda de cómo debería haber actuado en el caso de que hubiese sido protagonista. Y sí, también hubo animales de por medio. Pero no los animales que estamos acostumbrados a ver sobre el verde de un campo de golf. No, nada de eso. En esta ocasión, los invitados sorpresa ni medían varios metros de longitud, ni lucían una enorme dentadura. Se trataba de insectos –y no, ni siquiera era uno de esos molestos hormigueros-, de abejas concretamente. Bueno, siendo precisos, una abeja.
Sí, sabemos lo que están pensando. ¿Cómo pudo un insecto torpedear durante más de diez minutos la ronda de un campeonato? No disponemos de la respuesta, pero lo cierto es que lo hizo. Sucedió durante la segunda jornada del Franklin Templeton Shootout disputado sobre la hierba del Tiburón Golf Club de Naples (Florida), y tuvo a la pareja formada por Matt Kuchar y Harris English –que al final consiguieron llevarse el torneo a casa- como gran perjudicada. Pongámonos en situación. Séptimo hoyo, las espadas en todo lo alto y Kuchar lleva a cabo una gran salida desde el tee hacia el centro de la calle. Hasta aquí todo bien, pensarán. Error.
Cuando los estadounidenses se pusieron al lado de la pelota enseguida se dieron cuenta de que algo no iba bien. Y ese algo medía poco más de un centímetro, tenía antenas y vestía de amarillo y negro. Así que decidieron esperar unos cuantos minutos para ver si el animal se iba por donde había venido. Sin embargo, la abeja le tomó amor a la bola y no quedó más solución que llamar a los árbitros para ver qué podían hacer. La solución fue bastante simple: ahuyentarla con una toalla –con mucho cuidado para no desviar la posición de la bola-. Y lo consiguieron. Eso sí, la escena fue la comidilla de todo el complejo durante los tres días. Para que luego renieguen de la importancia de los insectos.