La primera ronda en Quail Hollow dejó a muchos jugadores tocados para los segundos 18 hoyos. Pero si hubo uno del que todos estuvieron pendientes fue de Phil Mickelson. El genio de San Diego se las vio y se las deseó con el complejo de Charlotte hasta el punto de no conseguir ni un solo birdie en su cartulina.
Y es que con unas estadísticas descorazonadoras en sus golpes de approach –solo consiguió cazar el 33 por ciento de greenes en regulación- Lefty se fue dejando golpes hasta acumular ocho bogeys, igualando su peor vuelta en el PGA Championship con la vivida el tercer día de 1998.
Si el estadounidense no consigue remontar el vuelo estaremos ante la rotura de un récord que se remonta hace diez años. Desde 2007, Phil acumula al menos un Top 10 de Major por temporada, además de ser un año en el que, como podría darse el caso, perdió dos cortes seguidos de un Grande. Es por esto que el jugador de 47 años no quiso ni siquiera hacer declaraciones tras un 79 que le relega al T127. Firmó la cartulina, se subió al coche y se marchó sin dar ninguna explicación a los medios, como es costumbre en él.
El +8 le dejó helado, errando putts cercanos cuando tenía la oportunidad de levantarse y fallando en los hierros, un palo con el que siempre ha demostrado un gran dominio. Y sus compañeros de partido tampoco es que ayudaran en exceso. Mientras que Jason Dufner se fue hasta los 74 impactos (+3), el campeón defensor, Jimmy Walker, cuajó un 81 (+10) que le complica y de qué manera su presencia en los últimos 36 hoyos.
Que Phil no es el jugador de hace unos años es evidente, pero nos cuesta mucho esfuerzo mirar la tabla y ver al cinco veces ganador de un Grande en una situación tan comprometida. Esperemos que este viernes pueda resarcirse y, al menos, podamos disfrutarle dos días más.