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El jugador vizcaíno sigue al acecho de un nuevo Top 10 en el PGA después de otra ronda bajo par. Foto: @PGATour
Y al tercer día Rahm (69 golpes, -4) despertó del letargo de los 36 hoyos precedentes en el Houston Open. El golfista vasco ha podido retomar el vuelo en el GC of Houston en esta jornada del movimiento después de tener, por fin, un día como el que nos venía acostumbrando en los últimos tiempos con el putter en las manos. Y lo hizo desde bien temprano, como mandan los cánones. Tres birdies en los cinco primeros hoyos –el último de ellos de muy bella factura tras una sacada de bunker sencillamente espectacular– y el golfista de Barrika que volvía a mirar de reojo la zona alta.
Y más aún cuando, después de un bogey en el 17 –inició su vuelta por el 10- sumó dos birdies consecutivos en el 18 y el 1 para meterse de lleno en el Top 10 de este evento previo al Masters de Augusta de la próxima semana. Pero entonces llegó el par 5 del 4, y lo que en un principio era una oportunidad clara de seguir restándole golpes al campo, se convirtió en un jarro de agua fría después de un doblebogey tras enviar Rahm la bola al agua en su tercer impacto.
Pero este fallo, en lugar de hundir al español, le acabó dando el empujón definitivo para recuperar los guarismos del inicio de día, con dos nuevos birdies en las cinco postreras banderas. Así pues, cuatro bajo par que le llevan hasta el T21, a solo dos impactos de un nuevo Top 10. Eso sí, a mucha distancia del surcoreano Sung Kang (71 golpes, -17) y Rickie Fowler (67 golpes, -14), quienes todo parece que se acabarán jugando las castañas el domingo para hacerse con el campeonato.
De hecho, todo podía haber marchado con la máxima igualdad si no llega a ser porque el californiano salió de sus dos últimas banderas con un bogey y un dolorosísimo doblebogey, que acabaron echando por la borda una ronda absolutamente genial con ocho birdies sin fallo en sus 16 primeros hoyos. Una circunstancia que ha provocado que el jugador surcoreano pueda seguir manteniendo a raya al estadounidense, a tres golpes exactamente, una distancia que se antoja insuficiente para confiarse ante todo un Top 10 mundial.
