No hay quien baje a Jon Rahm (68 golpes, -7) de los diez primeros lugares de la clasificación en este Phoenix Open. Y es que ni aun escaseando la fortuna el español deja de ser competitivo sobre el campo. Lo ha demostrado ya muchas veces y esta no es más que la firme prueba de que el León de Barrika se agarra a los torneos con un ímpetu digno de admirar. Porque cuando los putts no entran no se deben perder los nervios y el vizcaíno ha sabido asumir esto para utilizarlo a su favor y seguir manteniendo su nombre entre los Tops del evento.
Aprovechando su fuerza desde el tee -pegó de media 337 yardas en este segundo día de competición- y administrando a la perfección los cuatro birdies que consumó, Rahm se ha colocado octavo en la tabla, una posición a la que ha llegado a pesar de los imprevistos en la parte final después de las dos bolas al agua en el 15 y en el 17 -la primera de ellas dio lugar al primer y único bogey del día-.
El español sigue de esta manera a tres impactos de los líderes, que no son otros que los estadounidenses Rickie Fowler (66 golpes, -10) y Bryson DeChambeau (66 golpes, -10), que se han aprovechado del pinchazo de Bill Haas (72 golpes, -6) para ascender al primer lugar y aventajar a su vez en un golpe a sus compatriotas Daniel Berger (65 golpes, -9) y Chez Reavie (65 golpes, -9), únicos escapados del pelotón.
Los dos líderes entregaron sendas cartulinas con 66 impactos –siete birdies por dos bogeys el primero y cinco aciertos por un error el segundo- y se destacan en lo más alto del podio, pero todavía queda mucha tela que cortar en el coliseo del Golf y ahí estará Jon para intentar darse una oportunidad de triunfo con un apoyo especial: el del público.