Como le sucediera hace solo siete días en el Phoenix Open, la última ronda ha sido mortal de necesidad para Jon Rahm (76 golpes, -7), quien ha perdido toda opción de triunfo despues de que su paso por los nueve segundos hoyos se convirtiera en una tortura donde apenas tuvo momentos para la sonrisa. No hay más que echar un breve vistazo de su tarjeta para comprender lo que estamos hablando. El vizcaíno entregó una cartulina llena de fallos en la que los bogeys se cebaron con él y ante los que se quedó sin argumentos.
Porque a pesar de haber iniciado la decimosexta ronda en cuatro semanas en una posición difícilmente mejorable -marchaba a tres golpes de los líderes del evento- y con unas estadísticas espectaculares -a los cuatro birdies de la primera parte solo le acompañaron dos bogeys-, fue claramente de de más a menos con el paso de los minutos debido, en gran parte, al mal uso del palo corto en las proximidades de bandera.
Hasta cuatro bogeys y un doblebogey pudieron verse en la segunda parte de su recorrido mientras asistíamos al recital de Ted Potter Jr. (68 golpes, -17), quien no tuvo que hacer más que contemporizar para llevarse el segundo título del PGA Tour tras el Greenbrier Classic del año 2012. Antes, el jugador estadounidense hizo bien los deberes consiguiendo cuatro birdies que contrarrestaron a la perfección el bogey de su primera bandera del día, un error que no tuvo trascendencia final.
Al final Rahm ha compartido puesto con Rafa Cabrera-Bello (72 golpes, -7), que se despide del torneo sin conocer lo que es acabar un día con números por encima del par en su intento para volver a recuperar un lugar entre los 20 mejores del mundo.
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