Todavía no ha perdido ni un solo corte este año, su primera temporada con plenos derechos como miembro del circuito norteamericano. Y lo que es más importante: sus resultados están siendo de auténtica locura. Paso a paso, semana a semana, Jon Rahm (68 golpes, -12) se está fraguando un nombre en el PGA. Al margen de su comentada victoria en Torrey Pines hace ya dos semanas, el golfista vizcaíno acumula ya cinco Top20 en sus siete eventos jugados del presente curso, un hecho que le está haciendo subir a ritmo de vértigo en la clasificación mundial. Y esta semana ha sido Pebble Beach el campo que le ha visto saborear las mieles de la zona noble de la tabla.
Seguro de sí mismo y haciendo valer su poderío desde el tee, el jugador de Barrika inició los últimos 18 hoyos con el objetivo de asegurar el tercer Top 10 de la temporada. Y vaya si lo hizo. Un madrugador birdie en el 1 mandaba a sus rivales un aviso sobre sus intenciones. Sin embargo, poco duró la alegría, pues el doblebogey del 4 tras no medir bien su golpe desde el bunker –su único error en todo el fin de semana- le hizo ir durante el resto de vuelta contra remolque. Pero lejos de pesarle, le creció.
Pese a sus 22 primaveras, Jon es un golfista especial, de esos que los espectadores ansían ver en situaciones difíciles, pues las saca adelante con una naturalidad pasmosa. De hecho, esta ocasión no fue menos. El error le espoleó hasta el punto de sumar cinco birdies más en lo que le quedaba de vuelta sin ceder ni una pizca de terreno para colocar de nuevo la bandera española en lo alto de la tabla, allá donde normalmente solo se ven ondear barras y estrellas. Cuatro bajo par en el día y segundo Top5 del curso para llevarse a casa alrededor de un cuarto de millón de dólares.
Pudo ser mejor, sí, pero hay que reconocer la superioridad durante estos cuatro días del texano Jordan Spieth (70 golpes, -19), que ha despertado de su letargo con unas tres primeras rondas de auténtico Golf que le han permitido vivir de las rentas en esta última vuelta. Y es que el bicampeón de Majors hizo lo mínimo para levantar su noveno título en el PGA: sumó dos birdies y 16 pares y esperó pacientemente a que a Kelly Kraft (67 golpes, -15) y a Dustin Johnson (68 golpes, -14) se les fuera gastando la gasolina. Y el plan le salió a pedir de boca. Ni siquiera echó en falta la magia de su putter, gran aliado el sábado. La gran ventaja acumulada ejerció de colchón y el chico maravilla volvió a recuperar la sonrisa.