Seguramente ni el propio Jon Rahm sabía el estatus que había cogido en el mundo del deporte hasta que se plantó en abril del año pasado en el Centro Nacional de Golf para dar uno de los grandes baños de masas que se recuerdan en un complejo que se acabó quedando pequeño ante la llegada del vizcaíno. La “Rahmanía” se hizo evidente desde que puso un pie en la capital de España y durante los cuatro días de competición su figura fue la más esperada, la más fotografiada y, por supuesto, la más seguida.
Fue por esto por lo que su triunfo final con remontada incluida se convirtió en el final perfecto de una historia de amor entre el vizcaíno y la afición española que a día de hoy parece no conocer fin. Ahora, vuelve a casa con la condición de campeón defensor y, si hace un año era ya el gran rival a batir, ahora es un coloso al que se antoja muy difícil noquear.