Capitán América es hoy un hombre feliz. El golfista de San Antonio no ha tenido su mejor temporada en cuanto a resultados individuales –tan solo ha conseguido vencer en el Barclays- pero ha sido capaz de cargar en su espalda con el peso de todo un país y conducirlo a la consecución de la Ryder Cup, la segunda del siglo y la octava desde que la competición por equipos más grande en el mundo del golf adoptó el actual formato de Estados Unidos contra Europa –vamos, desde 1979-. Es por esto que a nadie le hubiese sorprendido verle brindar una, dos, tres veces… las que hicieran falta.
Su duelo del domingo ante Rory McIlroy –eso por no contar los partidos junto a su compadre Jordan Spieth- lo encumbró al olimpo del golf y dejó claro que Reed es otro cuando lleva en el pecho las barras y las estrellas. Sin embargo, el texano prefirió el domingo abrir el champán, desparramarlo sobre sus compañeros y no probar ni un solo sorbo. ¿El motivo? Una mala experiencia que tuvo en octubre del pasado año tras el triunfo en la Presidents Cup disputada en Incheon (Corea del Sur).
Hace justo un año consiguió su primer gran triunfo con Estados Unidos venciendo al combinado internacional por 15 ½ a 14 ½ con un triunfo in extremis de Bill Haas sobre el local Sang-moon Bae en los individuales. Las ganas de sumar el triunfo colectivo le jugaron entonces una mala pasada y en la celebración se pasó más de la cuenta con el alcohol, algo que lo notó enseguida a la mañana siguiente cuando ni siquiera era capaz de hacer la maleta por sí solo, como se ha encargado este lunes de reconocer en el Dan Patrick Show, el popular programa de radio norteamericano.
Es por esto que no quiso revivir malas experiencias y simplemente disfrutó con los suyos sin bebidas espirituosas de por medio. Sabia decisión.