Después de cuatro días de mucho trabajo, de kilómetros en la espalda recorriendo el Valhalla Golf Club de Kentucky, de birdies conseguidos y de sueños con aroma de victoria, todo se acabó reduciendo a un golpe. A un putt de dos metros para birdie en el hoyo 72 del PGA Championship. Todo lo trabajado durante meses condensado en poco más de doscientos centímetros, lo que habla a la perfección de lo ingrato del deporte al máximo nivel. De villano a héroe en un abrir y cerrar de ojos. Schauffele quiso creer que sí, pero la vida no prepara para un momento así. Ni siquiera a los más grandes.
Tomó la responsabilidad. No le quedaba otra. Se dirigió hacia la bola consciente de que la historia la cuentan los vencedores y de que a los subcampeones se les va desgastando el título honorífico conforme la inexorable pátina del tiempo va haciendo su trabajo. Apuntó. Disparo. Y el esférico, que con la expectación generada no quiso generarse en ningún momento cuota de protagonismo alguna, se alojó por cortesía en el fondo del agujero. Brazos en alto. Lo había conseguido. Xander era campeón del PGA Championship.
The putt. The moment. The victory. ?#PGAChamp | @XSchauffele pic.twitter.com/C6aT7BMvfv
— PGA Championship (@PGAChampionship) May 20, 2024