Ya comentamos que se estaba guardando lo mejor para al final, lo que no nos esperábamos es que ese final fuera tan espectacular. Hablamos de Pedro Oriol (62 golpes, -11), quien se ha puesto el traje de superhéroe para entregar la mejor cartulina del domingo en el Tshwane Open sudafricano y conseguir finalmente un Top 10 que sabe a gloria después de clasificarse in extremis para los últimos 36 hoyos de evento -cabe recordar que convirtió dos birdies en las dos postreras banderas para salir al campo en la jornada del movimiento-.
El capitalino salió a la hierba del Pretoria CC dispuesto a todo para seguir sumando euros en este comienzo de curso con un plan trazado a la perfección: mostrarse suelto, sin ataduras. Y poco a poco comenzó a dar resultados. Cuatro birdies sin fallo en los nueve primeros hoyos, a los que añadió tres más antes de llegar el 16 lo situaban con un marcador en el día de -7. Pero lejos de conformarse, el madrileño fue a por más. Y aunque salió con bogey del último par 3 del día, un birdie en el 17 y un extraordinario eagle en el 18 le pusieron en bandeja el octavo puesto final.
De esta manera se quedó a solo cuatro golpes del finlandés Mikko Korhonen (68 golpes, -15), quien cerró el podio en la ciudad de Waterkloof en un torneo donde si hubo alguien que se salió con la suya fue el local George Coetzee (67 golpes, -18). El jugador sudafricano sumó su cuarto triunfo en la gira del viejo continente –segundo Tshwane Open y tercero en casa- gracias a una recuperación brutal después de un inicio desacertado en el que acumuló dos bogeys sin aciertos en las cuatro primeras banderas.
A partir de aquí la máquina de hacer birdies se puso en marcha y acumuló hasta seis del 6 al 15 que le permitieron agarrar una cómoda distancia que a la postre resultó definitiva pese al empeño del inglés Sam Horsfield (67 golpes, -16), su sombra en estos cuatro días.