Fue uno de los pocos momentos comprometidos que vivió Rickie Fowler el domingo. El californiano llegaba al 12 con un +2 en su tarjeta tras el doblebogey del 6 y, por primera vez, sus rivales parecían que iban a darle caza. Sin embargo, cuando el talento está latente ocurren estas cosas sobre un campo de golf. Par 4 y el estadounidense que se dejaba con el approach un putt de, aproximadamente, doce metros hasta bandera. Y entonces se obró la magia.
Como si dirigiera la bola por control remoto, Fowler le dio un suave golpe con el palo y ésta fue rodando más y más hasta que alcanzó el fondo de la cazoleta para alegría del público, que estalló al mismo tiempo que el jugador sacaba el puño. Fue el punto de inflexión definitivo para darle al norteamericano la cuarta victoria de su carrera en el PGA.





