Sin lugar a dudas fue uno de los momentos más comprometidos con los que se encontró en la última ronda del Wells Fargo. Rory McIlroy venía de su sexto par seguido cuando, desde el tee del hoyo 14, mandó la bola directamente al bunker que se encontraba custodiando el green. El norirlandés necesitaba hacer magia para no ver cómo Keith Mitchell, quien le empataba en el liderato y tenía un approach mucho más sencillo, le comía la tostada. Y entonces se hizo la luz. El europeo sacó la bola de forma extraordinaria para dejarse una oportunidad de birdie que resultó clave.