No comenzó bien la semana el norirlandés, eso es más que evidente. Y es que el miércoles, durante la ronda de práctica, el ex número 1 del mundo sufrió un serio revés durante un momento de su vuelta que incluso puso en riesgo su concurso en el campeonato: “Golpeé con un hierro 3 y al volverme para hablar con Harry -su caddie- me di cuenta de que el lado izquierdo de mi cuello estaba completamente bloqueado. Fue una sensación muy, muy extraña”, confesó el europeo, que reconoció que este contratiempo estuvo muy cerca de dejarle en fuera de juego.
“En el momento en que sentí eso abandoné el campo y me limité a ponerme hielo en la zona durante la tarde y la noche del miércoles. De hecho, cuando me desperté el jueves seguía sin tener mucho movimiento. Sólo podía hacer la mitad del backswing antes de que comenzara a agarrotarse la zona”, señaló. “A decir verdad, si me hubiera tocado jugar en el turno de mañana me hubiera retirado casi con toda seguridad. Por suerte, tuve el tiempo suficiente para recibir tratamiento y destensar. Ese primer día tuve un poco de molestias todavía, pero evolucionó favorablemente a medida que avanzaba la semana”, aseguró.
Y lo que es el destino. Tras más de año y medio sin conseguir una victoria y después de dos meses alejado del fin de semana, Rory se encontró con los mejores 36 hoyos finales en mucho tiempo y una victoria que amplía a tres los triunfos en Quail Hollow Club. Una proeza viendo cómo se había iniciado la semana que vuelve a colocar su nombre entre los grandes favoritos para salir victorioso en apenas 15 días en el PGA Championship de Kiawah Island -donde ya ganó este Major en 2012-.
“Ojalá que la historia se repita y pueda tener una buena actuación en el PGA. Ahora mismo me encuentro en un gran momento de forma. Además, la victoria en el Wells Fargo es un impulso a mi confianza. Estoy lejos de ser perfecto, pero esta es la prueba que necesitaba para saber que estoy en el camino correcto”, sentenció.